lunes, 1 de diciembre de 2014

SALA DE ESPERA de Esther Garboni



Caballos asustados,
no corred hacia mí...
¡Yo también
tengo miedo!



En Sala de Espera, de Esther Garboni, 2014.

martes, 11 de noviembre de 2014

15 de noviembre, 12:30


Quizás haga frío,
quizás llueva,
puede que no haya aparcamiento cerca,
tal vez, al llegar, no haya sillas bastantes,
probablemente tengas cosas importantes que hacer,
esas cosas que se dejan para los sábados, 
seguro que es mediados de mes,
y tienes otros compromisos...;
pero en cualquiera de los casos, si quieres asistir
a la presentación de mi tercer libro,
Sala de espera,
estaré esperándote ilusionada,
probablemente con las botas mojadas por la lluvia,
pero contenta,
en la Librería Un Gato en Bicicleta, 
calle Regina 8,
a las 12:30.
 (Te buscaré entre el público)

lunes, 10 de noviembre de 2014

sábado, 25 de octubre de 2014

Show must go on...

A veces se cierran puertas para siempre,
otras, solo temporalmente.
Quien ama el arte en todas sus manifestaciones
sabe que, por más portazos que reciba,
por más cerrojazos que oiga, 
por más aculturación a la que sea sometido,
por más crisis que le anuncien,
por más excusas que encuentre,
por más mentiras que compre... 
el espectáculo, cualquiera que sea su manifestación, 
debe siempre continuar. 
Esa puerta, señores, esa puerta no se cierra.
Crear es libre.

miércoles, 4 de junio de 2014

PIEDRA DE MOLINO (10º ANIVERSARIO)


Con motivo del X Aniversario de la revista literaria "Piedra de molino", el pasado 30 de mayo, se celebró en la Capilla de la Misericordia de Arcos de la Frontera, la presentación del 20º número de esta revista, que reunió a un interesante elenco de poetas. En la foto, de izquierda a derecha: Jesús Cotta, Enrique Barrero Rodríguez, Juan José Vélez Otero, Esther GarboniVíctor Jiménez, Luisa Fernanda Cuéllar Vázquez, el director de la misma, Jorge de Arco, Carlos Murciano, Luis Alberto de Cuenca, Juan Lamillar e Ignacio Arrabal 

sábado, 31 de mayo de 2014

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-Mamá...
-¿Qué, hijo?
-Tengo poemas premonitorios...
-Pues no leas tanto. A ver si no va a ser bueno...
-Hace mucho que dejé de leer.
-Pues entonces... ¡Corta por lo sano!
-¿Dejo de escribir?
-¡Deja de pensar!
-¿Y qué hago?
-¿No te gusta nada de lo que ponen en la tele?
-No...
-¿Ni el fútbol?
-Es el opio del pueblo.
-Juega a la consola.
-Mamá, no tengo...
-¿No te compré una por tu comunión?
-No.
-Vaya, ¡qué mala madre soy!
-No, mamá, no eres mala. Yo no te la pedí. No me gusta.
-Me alivias... ¿Por qué no te vas con tus amigos al parquecito?
-¿A beber litronas?
-Lo hacen todos los de tu edad.
-¿Eso me ayudará a dejar de pensar?
-Un rato, al menos.

-Pero es que... Mamá, mis amigos fuman porros...
-Que fuman porros, dices. Porros.
-Sí.
-Algunas veces, ¿no?
-Todo el rato.
-¿Todo el rato?
-Sí, mamá, sí. Y cuando fuman, no tienen conversación.
-Quieres decir que se quedan tranquilitos, ¿no?
-Bueno... Algo así.
-¿Y sus madres?
-Sus madres no les dicen nada.
-¿Porque fuman también?
-¿Quiénes?
-Las madres.
-No creo.
-Mira, hijo, voy a hablar muy seria contigo: no me importa que seas rarito, pero, por el amor de Dios, que no se te note tanto...
-...
-...

-Bueno, mamá, entonces ¿quieres leer mis poemas premonitorios o no?
-...

jueves, 27 de marzo de 2014

No te pido

No te pido que seas bueno.

Te pido que no seas malo.
Porque quien pretende hacer el bien
o cree estar haciéndolo;
quien vive en la idea de estar en el camino de la bondad;

puede atropellar con su ímpetu bienintencionado,
dañando sin saberlo,
y aun esperar reconocimiento;
mientras que quien simplemente trata de evitar hacer el mal
procura siempre que sus actos sean inofensivos,
y no aguarda nada a cambio.
La bondad es una trampa del ego.

No te pido, pues, que seas bueno.
Te pido que seas tú
y que mires.

sábado, 15 de febrero de 2014

LA PRÓXIMA VEZ TE AMARÉ




-La próxima vez- le dijo y se fue ufano, sin darse cuenta del alcance de sus palabras.

La próxima vez es lo mismo que nunca, porque significa ahora no. Y la negación sin tiempo que la precise, la delimite y le dé fronteras, es tan indefinidamente dolorosa para el que aguarda un sí, como la infinitud del mar para el náufrago que no atisba tierra. 

-Está bien- contestó ella, mirando cómo se cerraba la puerta.-La próxima vez te amaré.